Mi vuelta luego de mi viajecito a Bs. As. a territorio nacional se producía sin inconvenientes el día domingo 4, vía Buquebús.
Ya había recibido amenazas irreproducibles de parte de mis compañeros de trabajo para que trayera chocolates y morfis derivados del free-shop, así que me armé de valentía y me arrimé al lugar donde los últimos petro-dólares de los viajantes sucumben y me percaté de mi error (craso error) .
Primero el freeshop del Buquebús es un mostrador de bar, lejos está de ser un autoservicio como sería más cómodo, lo que llevó 15 minutos de espera entre mucha gente que parecía se amontonaban para recibir ayuda de la ONU.
Segundo, yo había dejado el bolso grande y mi morral (que desde su nacimiento tiene un pin de La Trampa) a cargo de dos señoras que estaban sentadas al lado mío.
Oh sorpresa, cuando estoy en la fila de la caja veo a las 2 señoras aplaudiendo desaforadas del otro lado del barco ya que una banda que viajaba en el barco estaba tocando un poco de música.
En ese momento vi pasar mi vida por delante de mis ojos, y acostumbrado a desconfiar, fui corriendo hasta el asiento a buscar mi morral. El bolso no importaba porque pesaba tanto que tenían que cargarlo entre varios jeje.
Moraleja1, tus compañeros de trabajo pueden comprar ellos solitos sus chocolates.
Moraleja 2, las setentonas, aunque no parezca, ¡están viniendo bastante moviditas!
Ya había recibido amenazas irreproducibles de parte de mis compañeros de trabajo para que trayera chocolates y morfis derivados del free-shop, así que me armé de valentía y me arrimé al lugar donde los últimos petro-dólares de los viajantes sucumben y me percaté de mi error (craso error) .
Primero el freeshop del Buquebús es un mostrador de bar, lejos está de ser un autoservicio como sería más cómodo, lo que llevó 15 minutos de espera entre mucha gente que parecía se amontonaban para recibir ayuda de la ONU.
Segundo, yo había dejado el bolso grande y mi morral (que desde su nacimiento tiene un pin de La Trampa) a cargo de dos señoras que estaban sentadas al lado mío.
Oh sorpresa, cuando estoy en la fila de la caja veo a las 2 señoras aplaudiendo desaforadas del otro lado del barco ya que una banda que viajaba en el barco estaba tocando un poco de música.
En ese momento vi pasar mi vida por delante de mis ojos, y acostumbrado a desconfiar, fui corriendo hasta el asiento a buscar mi morral. El bolso no importaba porque pesaba tanto que tenían que cargarlo entre varios jeje.
Moraleja1, tus compañeros de trabajo pueden comprar ellos solitos sus chocolates.
Moraleja 2, las setentonas, aunque no parezca, ¡están viniendo bastante moviditas!
Comentarios
http://yoruguaman.blogspot.com
saludos!
*yoruguaman -->> ya te agregué a los links, un saludo